domingo, 1 de enero de 2012

La "Sociedad de DILIGENCIAS de Cataluña". Los albores del transporte público de viajeros

Una diligencia en una celebración de un aniversario del paso del Sinplon,
reproduciendo la pintada por Koeller.
Como inicio de este año, hemos salido de nuestros raíles y retrasando un poco más el reloj de la historia, iremos al tiempo en que las primeras diligencias surcaron los caminos de Europa.
 Una diligencia  en el "pas del coll de Balaguer"  a la salida de Tortosa en dirección a Tarragona.
( No en Lleida como indica el pie de imagen)

El escritor Néstor Luján, escribió una novela en la que situaba a Casanova  en un hipotético viaje entre Valencia y Francia.  El trayecto, entre Valencia y Barcelona, lo realizaría en una diligencia, y en aquel viaje lo hace coincidir con personalidades de la época. Nosotros creíamos un anacronismo el situar a Casanova en un medio de transporte, que a finales del siglo XVIII aún no se había desarrollado en nuestro país. No obstante, la categoría de historiador del Sr. Luján, nos hace creer que los mal informados somos nosotros, y muy probablemente sí que existió aquel servicio servido con Calesas, Galeras u otro tipo de Carruajes de la época.
Una diligencia vadeando un rio, Grabado de Doré.

Durante siglos los desplazamientos en Europa se efectuaban a caballo. Los caminos eran malos o no existían. La red viaria era la misma que habían construido los romanos,y en muchos casos, falta de un adecuado mantenimiento. Las personas con posibilidades económicas empleaban sufridos caballos y carros.
Con la llegada de la ilustración, se inicia un resurgir en las comunicaciones. En España el reinado de Carlos III, hizo renacer las comunicaciones, con la construcción de nuevas vías, puentes y una mejora general de los caminos. Todo ello, poco a poco incrementó el uso de carruajes y apareció a su vez una visión de negocio en el nuevo campo que ofrecía el transporte de viajeros y mercancías.

Así en 1771 , durante el mismo reinado de D. Carlos III, Don  Buenaventura Roca, vecino de Barcelona, propuso establecer un servicio de carruajes en Diligencia desde Barcelona a Madrid y Cádiz, mediante la concesión de un privilegio exclusivo por 25 años. Pero a pesar de habérsele otorgado esta gracia y expedíendosele la oportuna real cédula, no se llevó a cabo dicho proyecto por motivos que se ignoran.

El motivo de la solicitud de la concesión según se desprende de la lectura de la : Real Cédula de su Majestad,  era obtener la protección real para estos servicios, al disponer en sus coches del sello real y también obtener el servicio de correos. Posiblemente dificultades varias impedirían la consecución de estos objetivos, por lo que se desistiría de ello, lo cual no impide que dicha sociedad ya hubiera realizado servicios públicos con galeras como así aparece en algún documento. Ello nos da una cierta luz sobre el anacronismo del viaje de Casanova en una diligencia entre Valencia y Barcelona que nos describía Néstor Luján

Hay documentado en el año de 1783 un coche-diligencia desde esta corte a Bayona por Valladolid y Burgos, cuyo tránsito verificaba en seis días durante el verano, empleando algún tiempo mas en invierno.
Una parada de diligencias en París.
En 1815 unos caleseros catalanes establecieron una diligencia entre Barcelona y Reus.

El resultado satisfactorio de esta tentativa, animó "á otros tantos á asociarse con este objeto", tomando a su cargo aquella pequeña línea, y con la mira de emprender un nuevo ensayo extendiendo sus planes a otras carreras mas principales.
En esta postal de una diligencia asturiana pueden apreciarse el Mayoral, el Zagal y el postillón.

El atrasadísimo estado de nuestras posadas, lo deteriorados y mal atendidos que estaban los caminos después de la desastrosa guerra de la Independencia, la inseguridad que ofrecían los caminos obligando a establecer costosas escoltas, y más que todo la obstinada oposición de quienes libraban su subsistencia en el antiguo método de lentas comunicaciones, eran graves obstáculos que la empresa tuvo que superar para introducir y extender en nuestra península un ramo de industria tan útil como hasta entonces desconocido, a lo que contribuyó igualmente la decidida protección que debió al Gobierno, obteniendo de él entre otros beneficios un privilegio exclusivo por 10 años, sin lo cual, dificilísimo le hubiera sido, por no decir imposible, contrarrestar y sobreponerse a tantos y tan poderosos elementos como en su contra se conjuraban.

Diligencia alicantina.

La primera de las líneas principales en que dicha empresa titulada de Diligencia-Correo estableció su servicio, fue de Barcelona a Valencia en el año de 1818 , extendiéndola hasta Madrid en el siguiente de 1819. En el de 1821 planteó el de Madrid á Bayona por Somosierra; y en el de 1822 el de Madrid a Sevilla y el especial de Aranjuez. En 1824 puso los estacionales a los Reales Sitios de la Granja, el Escorial, y el Pardo, al mismo tiempo que los de Barcelona a Perpiñan y de Valencia a San Felipe de Játiva.

Billete de diligencia
El 7 de noviembre de 1825 esta empresa se dividió en dos, una que con el título de Sociedad de Diligencias y Mensagerias de Cataluña quedó en Barcelona, y otra que con el de Compañía de Reales Diligencias se estableció en Madrid , fijando por límites de sus respectivas expediciones, la primera toda Cataluña hasta las capitales de Aragón y Valencia, y la segunda el resto de España. 

Hacia 1830 el escritor y periodista Mariano José de Larra, nos ofrece esta descripción del parque de vehículos que prestaba el servicio de transporte público de viajeros en la ciudad de Madrid a principios del siglo XIX, sin olvidar la adscripción de cada tipo por clases sociales:
Hace años, si se le ocurría a usted hacer un viaje, empresa que se acometía entonces solo por motivos muy poderosos, era preciso recorrer todo Madrid preguntando de posada en posada por medios de transporte. Estos se dividían entonces en coches de colleras, en galeras, en carromatos, tal cual tartana y acémilas. En la celeridad no había diferencia ninguna. En los coches viajaban solo los poderosos; las galeras eran el carruaje de la clase acomodada; viajaban en ellas los empleados que iban a tomar posesión de su destino, los corregidores que mudaban de varas; los carromatos y las acémilas estaban reservados a las mujeres de militares, a los estudiantes, a los predicadores cuyo convento no les proporcionaba mula propia. Las demás gente no viajaba, y semejantes los hombres a los troncos allí donde nacían, allí morían.

Una diligencia con un tiro de media potencia hacia 1890.
Pero en 1840 empieza la época dorada de las diligencias. Los coches de las diligencias que habían nacido con seis asientos van aumentando sus dimensiones, llegando, en su mayoría de edad, a las veintidós plazas. Podían llevar hasta cuatro departamentos, berlina, interior, rotonda y cabriolé o imperial. La berlina ocupaba la parte delantera del coche, con ventanas al frente, y llevaba un asiento corrido con tres o cuatro plazas, en sentido transversal, con accesos por puertas laterales; el interior llevaba, en general, asientos paralelos a los de la berlina con puertas laterales también; la rotonda abarcaba la parte posterior del vehículo con asientos paralelos a la dirección de la marcha, de espaldas, por tanto, a las correspondientes ventanillas y con acceso por una puerta trasera. El cabriolé existía en aquellas diligencias que llevaban capota y consistía en dos asientos en el pescante, a media altura, junto al mayoral y al zagal; en las grandes diligencias el pescante estaba a la altura de la baca y los asientos, en una o dos filas, detrás de él los ocupaban los que viajaban en imperial o cupé. Las veintidós plazas podían aumentar con los escopeteros de protección que viajaban en la baca igualmente.
La diligencia  de Igualada que ha podido conservarse hasta nuestros días.
Los buenos coches de diligencia tenían ya ruedas con diferencial para agarrarse bien en las curvas; llevaban ballestas como amortiguadores y las ruedas delanteras tenían diámetros la mitad que las traseras. Las ruedas llevaban cubos, radios y aros de madera cubiertos por llantas de hierro; giraban sobre un eje metálico y se lubricaban con sebo. La diligencia llevaba un farol exterior y unos candelabros interiores para colocar velas.

La compañía Sagalés inició su recorrido con Diligencias.
Los talleres para construcción de coches, que habían nacido años antes, se dedican ahora a la construcción de coches-diligencias. La empresa que inició el servicio de diligencias en Barcelona tenía la intención de fabricar sus coches en aquella ciudad. Las empresas madrileñas siguieron su ejemplo. De estos talleres el más conocido fue el de Recoletos, construido en 1845 por el empresario de diligencias Carsi, que disponía de una máquina de vapor para suministrar energía a sus máquinas-herramientas. Otro taller importante era el de la plaza de Lavapiés. También se importaron coches de Francia, pero la mayoría se fabricaron en España.
Diligencia de Alicante, aquí el Zagal guía a pie el tiro.
El mayoral, como ya hemos visto en el correspondiente capítulo, era el responsable de la expedición; llevaba la hoja de ruta y un listado de los viajeros. Era responsable del estado del vehículo y cuidándose de sus reparaciones; en ocasiones tomaba la rienda aunque habitualmente del tiro se ocupaba el zagal.

El zagal, ayudante del mayoral, era el encargado del tiro, y ocupándose también de realizar los relevos. Llevaba las riendas, desde el pescante, pero cuando las condiciones del camino lo requerían, bajaba al camino para guiar a los animales; con el tiempo ascendía a mayoral.

El postillón o delantero era un muchacho que montaba la caballería que iba en el lado izquierdo de la primera collera.
Diligencia en A Coruña con un impresionante tiro.
El tiro estaba constituido por seis, ocho o diez caballerías, normalmente, que se renovaban cada treinta y tantos kilómetros. En las rampas difíciles, como la de Salinas, en Álava, se enganchaba alguna pareja de animales de refresco, incluso bueyes, y en las pendientes acusadas se utilizaba una plancha de hierro debajo de una rueda trasera, con lo que el carruaje bajaba frenado.

Interior de una posada Valenciana, Grabado de Doutailly.
Las diligencias, hasta la aparición del ferrocarril, hacían noche en los paradores. Así, por ejemplo, la diligencia de Madrid a Bayona que, en 1842, salía de Madrid, lunes y viernes a las once de la mañana, llegaba a Bayona el quinto día a las dos de la tarde y hacía noches en Buitrago, Burgos, Vitoria y Hernani. Pero en los años ya ferroviarios, los servicios se aceleran, esto es, suspenden las paradas para dormir y sólo paran para desayunar, comer y cenar, y para efectuar relevos de los tiros; en lugar de las noventa y nueve horas que duraba el viaje antes, ahora "sólo" dura cincuenta y tres, si bien había que dormir, o dormitar al menos, en el carruaje. Las velocidades comerciales casi se duplicaron; se consiguen unos 9 km/r, incluyendo, en ese tiempo, las paradas para las comidas y para los relevos de las caballerías.
Los precios fueron mejorándose con la competencia; si en 1831 la berlina costaba 320 reales y la rotonda 220, en la diligencia de Madrid a Zaragoza, en 1854, la berlina costaba 220 reales y la rotonda 170. En particular, son notables las reducciones en las tarifas de Madrid a Barcelona y a Valencia, no sólo por la disminución de costes por la competencia, sino también por el hecho de ir ahora directamente a Valencia por las Cabrillas y a Barcelona por Zaragoza, en lugar de ir, como antes, por la carretera de Carlos III ( Madrid, Albacete, Almansa, Valencia y Barcelona). Los costes medios en 1854 los he evaluado entre 0,05 y 0,25 pesetas viajero-kilómetro, según la clase ocupada en la diligencia.

En esos años, Madrid estaba unido por diligencia con Zaragoza, Barcelona, Valencia, Murcia, Cartagena, Granada, Málaga, Sevilla, Cádiz, Badajoz, Salamanca, La Coruña, Lugo, León, Valladolid, Oviedo, Santander, Deva, Cestona, Vitoria, San Sebastián, Pamplona, Logroño, Tudela, Guadalajara, Segovia, Toledo, Trillo, Jadraque, Torrelaguna y ciudades intermedias. Las grandes compañías de diligencias radicaban en Madrid, pero también había algunas que no pasaban por esta ciudad, tales como las de Barcelona a Valencia, Girona y Reus; la de Valencia a Játiva; o de Oviedo a Luarca, si bien para las largas distancias el camino más corto pasaba por Madrid.

Las diligencias consiguieron el transporte del correo, lo que les significó ingresos adicionales. Por ello, transformaron muchas casas de posta, del servicio de correos, en paradores de las diligencias. Viajeros extranjeros de estos años, como Ford o Gautier, destacan los buenos servicios de estos establecimientos y cuentan que era corriente que las personas que viajaban por otros medios preguntasen dónde paran las diligencias para acomodarse ellos también en aquellos paradores.
Las compañías de las diligencias exigían a las posadas "concerta" y a los paradores "buenas camas, un cuidado esmerado en la pieza de habitaciones y comedores y que la ropa blanca se cambiara después de cada uso"; incluso, las más exigentes, pedían cubiertos de plata. Según el Manual de Diligencias de 1842, el desayuno constaba de una jícara de chocolate, o una taza de café con leche, con tostadas de pan, o un par de huevos con pan; el almuerzo permitía elegir entre una sopa o un potaje, un ato de huevos con jamón, un asado, una menestra, y postre, todo ello con pan y vino a discreción y terminando con una copa de Jerez o de aguardiente; y la cena consistía en un puchero con gallina, garbanzos, tocino y chorizo, u otro de verduras, jamón, chorizo y morcilla, un guisado, una menestra, una ensalada, postres, pan y vino, y una copa de Jerez o de aguardiente. La cama debía tener, al menos, un tablero, un jergón, un colchón, dos sábanas limpias, dos almohadas con fundas limpias y una colcha y una manta en invierno.
Diligencia en Caldes.
La mentalidad de la sociedad española, que las diligencias propiciaron, favoreció la aparición de nuevos establecimientos al servicio de los viajeros, tales como fondas, restaurantes y cafés. Mesonero nos ilustra, entre otros, con estos nombres: fonda de las Diligencias Peninsulares, en la calle de Alcalá, 15; fonda de San Luis, en la calle de la Montera, 27; fonda de los Leones de Oro, en postigo de San Martín 20; etc.; restaurantes de Lardy, Prosper, Pasquet, etc.; y entre los cafés, el Suizo, el de Levante, el de Pamba, el de Comercio, de Madrid.
Diligencias y coches esperando sus viajeros en una estación ferroviaria.
Contra lo que se ha reiterado, las diligencias no desaparecieron con la llegada del ferrocarril, si no que se racionalizaron y popularizaron dejando las rutas más largas al nuevo medio de transporte y pasando a ocupar rutas más cortas, de mayor dificultad orográfica o de débil trafico que no justificaba la instalación de un ferrocarril. Así hasta la llegada de los transportes mecanizados y el automovil en particular, que sustituyó las viejas diligencia por los nuevos coches de línea.
La diligencia Ceretana en la collada de Tosas. 1919.
En Cataluña, un servicio muy afamado sería el de La Ceretana, que unía la estación de Ferrocarril de Ripoll con la Cerdaña, pasando por la collada de Tosas.
Las diligencias llegarían a sobrevivir hasta la posguerra, en que la escasez de neumáticos y combustible, propició que aquel servicio sobreviviera algunos años más, como testimonia 
Manuel de la Peña, en su libro: "Getafe, un siglo de vida: 1901-2000"
De Getafe a Madrid en diligencia
Estamos en 1945. ¿Alguien del pueblo tiene coche? Los vecinos motorizados se cuentan con los dedos de una mano, más si se tiene en cuenta que el bloqueo internacional impuesto sobre España durante aquellos tiempos bélicos —la Segunda Guerra Mundial tocaba a su fin— hizo que escaseara la gasolina. De ahí la utilidad de la diligencia, vehículo tirado por caballos que servía para transportar gente o correo. Por entonces, la actual calle Madrid era la vía que unía la capital con Toledo y por aquella calle sin asfaltar desfilaban las comitivas que hacían el citado recorrido. Verlas pasar era todo un espectáculo, pero nada comparado con escuchar el traqueteo de ese carro negro tirado por 
caballos que circulaba por la céntrica vía con regularidad. Solo se paró una vez. Fue en 1944 cuando una gran nevada cubrió la localidad. Como recoge el cronista oficial de la Villa.....


Realmente el tema de las diligencias, es extensísimo, al empezar la búsqueda de documentación, no esperabamos encontrar tanta cantidad, ni de tal calidad como la hallada.
Recomendamos la lectura del "Manual de diligencias" que puede encontrarse facilmente en la biblioteca de Google.

Tras el comentario de "Bandero"
Incluimos un enlace con un post que en su día público Francisco Torrents y que puede aclara el funcionamiento del mecanismo Diferencial mucho mejor que como nosotros pudiéramos explicar.
http://franciscotorrents.blogspot.com/2010/12/satelites-y-planetario.html

Aprovechamos la ocasión para saludar a Francisco Torrents, y de paso añadir que agradeceríamos cualquier noticia suya.

Cartografía del ejercito francés en la que aparece el coll de Balaguer.


10 comentarios:

  1. Bon día y Bon Any Nou.
    Com sempre heu fet un reportatge molt complert i
    estupendo.
    Enhorabona.
    Una abraçada desde Valencia, Montserrat

    ResponderEliminar
  2. Estimado Rails Ferradures
    Es increible lo estupenda que es tu pagina cuanta información y cuanto deseo por compartirla con todos. Tu Blog me ha inspirado al mio de los tranvias de La Habana, es tan hermoso tu interés en dar a conocer la historia de la tracción de sangre. Muchas gracias por existir. Un gran abrazo desde Cuba, siempre puedes contar con un amigo en lo que necesites.
    Feliz 2012
    Michael González

    ResponderEliminar
  3. Bon dia Montserrat,
    Espero que hi haveu gaudit d'un magnific dia de reis amb la vostra preciosa neta i tot el reste de família.
    Gracies per el vostre comentari, com veuràs aquest (les diligencies) es un tema nou per nosaltres però del que hi pensem seguir mes endavant dons es un mon fantàstic.
    Una abraçada des-de Sant Andreu.
    railsiferradures

    ResponderEliminar
  4. Amigo Michael,
    Es un honor para nosotros contar con tu seguimiento, En este nuestro mundo de los Blogs, cada uno de nosotros intenta buscar nuevas informaciones especializándonos en algún tema del que creemos poseer información interesante para compartir.
    Estamos muy orgullosos de haber sido tu referente, los nuestros fueron inicialmente, Clariana y el Bandero.
    Después al seguir otros blogs hemos ido aprendiendo muchas cosas tanto en las temáticas como en la forma de publicar.
    En estos momentos, la ausencia momentánea de Clariana, nos ha dejado un poco noqueados, por eso recibir comentarios como el tuyo, nos dan una gran alegría y fortalecen nuestras ganas de publicar.
    Quedando a tu disposición, recibe nuestros deseos de felicidad para este nuevo año.
    railsiferradures

    ResponderEliminar
  5. Impresionante artículo!!!

    Me ha sorprendido el detalle que las diligencias dispusieran de diferencial.

    Por cierto, seguramente puede afirmarse que las diligencias fueron el primer transporte público interurbano, ¿no?

    ResponderEliminar
  6. Buenas tardes Bandero,
    Una buena pregunta, debe ser correspondida con una respuesta razonada.
    Cuando indicamos que las diligencias habían incorporado diferencial para la mejor adscripción a las curvas, nos habíamos limitado a reproducir un texto previo, sin detenernos a pensar en su sentido real.
    Su pregunta, nos indujo a una revisión de informaciones sobre carruajes con el fin de localizar esta aplicación en los mismos. No localizamos ninguna respuesta, y tras comparar el mecanismo diferencial que se utiliza en vehículos con tracción a una posible aplicación en un vehículo remolcado no encontramos una lógica, pues al no existir árbol de tracción, el efecto de diferencial se podía conseguir mucho más fácilmente usando ruedas libres.
    Con respecto al segundo tema, no podemos afirmar que las diligencias fueran el primer transporte público interurbano, aunque si uno de los más populares.
    Estamos buscando sus precursores, galeras, sillas de posta etc. Incluso estamos seguros que civilizaciones como la romana o la china que habían desarrollado importantes infraestructuras de caminos para cohesionar sus territorios, seguro que habrían dispuesto de algún tipo de transporte colectivo. En fin son temas a profundizar.
    Un abrazo tranviario.
    railsiferradures

    ResponderEliminar
  7. ¡Hola! He entrado a tu blog, parece que tiene muy interés y con llenos de la ilusión, me lo quedo. Grácias por compartir.
    Mi corazón, Noemí.

    ResponderEliminar
  8. Hola Noemí,
    Gracias por tu comentario, deseamos que este nuestro querido blog sea de tu agrado, y esperamos tus comentarios si algo despierta tu curiosidad
    Recibe también nuestro afecto,
    railsiferradures.

    ResponderEliminar
  9. No sé si ya se lo han comentado, pero por si acaso: el Coll de Balaguer no está en Lleida, por otro lado provincia sin mar, sino en Tarragona.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Etemenaqui, por su aclaración,
      Cuando publicamos el post, lo desconocíamos, solo después cuando hicimos las entradas sobre los puentes de Tortosa, tuvimos noticia de ello.
      Al ser un pie de grabado, ni recordábamos haberlo indicado, solo con su aclaración lo hemos visto.
      Incluiremos un pie de foto como corrección.
      Saludos.
      rails i ferradures.

      Eliminar